Funerales en Chihuío, 42 años después

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Después de 42 años,  el llanto volvió a  desbordar la mirada de los familiares de las víctimas de Chihuio. La historia que provoca el llanto es lúgubre y horrorosa. Se trató de un  operativo militar donde participaron  los regimientos “Cazadores” y Maturana” de Valdivia, que el 7 de octubre de 1973, salieron a realizar un recorrido por los lagos;  Futrono, Maihue y Ranco, pasando por las localidades de Llifén, Arquilhue, Curriñe y Chabranco, hasta llegar finalmente a  Chihuío.

Los militares a su paso, detuvieron a 17 trabajadores agrícolas, pertenecientes al Sindicato Campesino “La Esperanza del Obrero”,  Complejo Agrícola y Forestal Panguipulli, basados en una lista que les entregó  Américo González Torres, uno de los dueños del fundo Chihuío.

La caravana pone fin a su recorrido de terror,  la noche del 9 de octubre en la casa patronal de Américo González Torres,  los 17 trabajadores, fueron  llevados  al sector de Baños de Chihuío, donde fueron ejecutados, no sin antes haber recibido diversas y escabrosas torturas, según relatos de testigos que encontraron las evidencias en los cuerpos encontrados en el lugar de la ejecución. Los restos de los trabajadores fueron sepultados ilegalmente,  después de unos días, en el mismo sitio, en dos fosas distintas.

En  1978 y en el marco de la “Operación Retiro de Televisores”, se realizaron exhumaciones clandestinas con el objetivo de hacer desaparecer las evidencias del caso. Militares de civil exhumaron los restos de los trabajadores, con la ayuda Américo González Torres, haciendo desaparecer sus cuerpos lanzándolos al mar, según consta tras la investigación judicial.

Hoy Valdivia, fue testigo de otro funeral, Sebastián Mora Osses, Rosendo Rebolledo Méndez , José Orlando Barriga Soto y Narciso Segundo García Cancino, sumando así a diez  víctimas de Chihuio, que son encaminados hacia el memorial del cementerio general,  luego de que las muestras fueran analizadas, e identificadas  por la Unidad Especial de Identificación Forense del Servicio Médico Legal y el Instituto de Investigación Médica de Innsbruck, en Austria.

La melodía de coros evangélicos, que seguramente empaparon las lagrimas en los humildes hogares de las madres, viudas, hermanas, hijas e hijos, se trasladaron a las calles de nuestra ciudad, donde nuevamente, las familias debieron caminar del brazo unas de otras, para no decaer, al igual como lo hicieron tantas veces en busca de verdad y justicia. Familiares testigos de los hechos y otros como el nieto de Sebastián Mora, que heredaron la historia, se mostraron  profundamente conmovidos, pero aún así, con grandeza y generosidad invitaron a perdonar.

El funeral no fue masivo, como podría suponerse, una clara evidencia de que nuestro Chile, no se hace cargo aún de la gran deuda social y moral que se tiene con las víctimas y sus familias. El cortejo fue observado por transeúntes, muchos de ellos/as, al leer el lienzo que encabezaba la marcha, podían suponer de que se trataba.

Fueron miles los pasos dados hoy, caminamos la mitad de Valdivia, desde la Casa de la Memoria, donde fueron velados los restos, hasta el cementerio general. Conmovedoras escenas protagonizaban las ancianas de las familias, de paso mermado por el dolor, pero incansables. La foto de José, Rosauro, Sebastián y Narciso, colgaban tanto del pecho añoso, como del de niños, quienes tendrán la misión, tal vez, algún día de recibir a las siete víctimas que faltan, si aún hay que seguir esperando años.

Marisol Molina, desde Valdivia

Mayo 10 de 2015