El plebiscito del 4 de setiembre es un desafío de alcances estratégicos para el mundo popular y progresista. Hay que recordar que una de las virtudes del marco constitucional que legó la crisis de la década de 1920 es que permitió desplegar distintos modelos de desarrollo reformista en su vigencia hasta 1973. La sola posibilidad que un nuevo orden institucional permita desarrollar programas políticos trasformadores es un avance histórico que no se puede desaprovechar.
La propuesta de nueva Constitución, que está en disputa, es un buen punto de partida para proyectar transformaciones de mayor profundidad que nos permita acercarnos a los horizontes emancipadores que tanto requiere nuestro país. Es una base sobre la que se pudiera abrir una etapa de cambios que desde el fin de la dictadura y con la transición quedaron relegadas entremedio de las políticas neoliberales que impulsó la élite y que profundizó el carácter segregador de la vida social. Sistema y modelo que desde octubre de 2019 fue cuestionado por la revuelta popular.
Sin duda que, visto en una perspectiva de largo alcance, una genuina transición a la democracia en Chile comienza al momento de validar la propuesta constitucional en el plebiscito de salida de septiembre.
Esto nos exige como organización de DDHH, realizar esfuerzos efectivos y coherentes con el contenido expuesto en el texto, que aunque existiendo legítimas discrepancias sobre puntos que no fueron incorporados, es a todas luces una buena síntesis de un marco de reformas al sistema.
Responder a la campaña de la reacción y las élites, que pretende por medio de las mentiras y tergiversaciones, convencer que esta es una mala propuesta, es una urgencia que debe ser abordada generando elementos y contenidos que disputen aquella maquinación, y particularmente con el despliegue territorial que facilita el encuentro y la construcción de un sentido colectivo.
Desde nuestra perspectiva de organización de DDHH tenemos que destacar una idea fuerza basal presente en el texto que se nos propone. Y esta dice relación con el enfoque de DDHH y en una deriva específica la noción de derechos del pueblo.
Esta dimensión estructurante está expuesta en la propuesta constitucional. Para el caso, la presencia clara de una perspectiva transversal de los DDHH –con una serie de incorporaciones de los derechos económicos, sociales y culturales-, además de elementos de distribución del poder a nivel local (democratización de la sociedad), destacando distintas identidades que hasta ahora han sido invisibilizadas por parte de la hegemonía capitalista, son de tal significación histórica, que parece un error político marginarse del proceso de aprobación, no obstante que es legítimo que activistas y colectivos pudieran señalar vacíos como centrales para sus posiciones.
Se ha dicho, idea que suscribimos, que lo que se propone aprobar nos acerca a lograr un marco civilizatorio, en tanto el impacto en las conciencias y modos de vida social que implicó el neoliberalismo en Chile, solo se puede comenzar a revertir en la medida en que exista un horizonte conceptual sustentando en la solidaridad, y las luchas sociales, en tanto proceso colectivo, alienten y orienten los procesos políticos transformadores hacia objetivos de real democratización y participación.
Es en esta lógica en que se entiende de mejor manera el apoyo que proponemos a la propuesta, pues el significado de tener consagrado los derechos sociales, la perspectiva de DDHH y avanzar en la democratización de una sociedad seteada en los principios de la competencia, el individualismo y el consumismo, valores que se observa, chocan con las ideas que propone el texto: solidaridad, colectividad y respeto del medio ambiente. Mismas ideas que impulsaron la lucha y el compromiso de las y los fundadores de CODEPU en la década de 1980, justamente en el inicio de la implementación de la gran transformación que impuso la dictadura. Sería de una inconsecuencia absoluta que nos restáramos, siquiera si se piensa que, en estos tres años desde el inicio de la rebelión de octubre, ha quedado una marca de víctimas que colocaron todo por llegar a un punto de síntesis. Lo reiteramos, no es talvez un texto que contenga todos los elementos que supone la transformación profunda que se requiere, sí sienta bases de mayor democracia y facilita la participación de los territorios.
De las demandas más sentidas de las organizaciones de derechos humanos y memoria se encuentra la de “verdad y justicia”, “compromiso de no repetición”, y reparación del daño causado por los agentes del estado ya sea durante la dictadura o la revuelta social reciente.. Estos aspectos fueron recogidos en la propuesta y en el artículo 22 señala “Ninguna persona será sometida a desaparición forzada. Toda víctima tiene derecho a ser buscada y el Estado dispondrá de todos los medios necesarios para ello.”. Desde este punto de vista, por sí sola esta redacción de 25 palabras es un avance sustancial para los sobrevivientes y familiares de las víctimas, se agregan otra serie de referencias que hacen de la nueva Constitución un importante avance.
El concepto “Derechos Humanos” aparece señalado en 49 oportunidades en el cuerpo central de los 11 capítulos del texto, sin contar las referencias en el articulado transitorio. Lo relevante es que la Nueva Constitución hace suyo los pactos internacionales de derechos humanos firmados por Chile, es decir, la normativa internacional de Derechos Humanos adquiere rango constitucional.
Pero además existen otras nociones que importan para el mundo de derechos humanos, como por ejemplo “lesa humanidad” aparece en 6 oportunidades, o referido al delito de tortura, 4 veces. Es en una búsqueda armonizada, en su análisis doctrinario en que queda claramente expuesta la apuesta del constituyente por dejar en regla un cuerpo legal que nominalmente impida, sancione y repare esta herida de décadas que es uno de los principales legados de la dictadura.
Si solo existiera un marco legal que contuviera este nivel de compromiso, valdría un apoyo sonado, y sería un avance alentador para el mundo de los derechos humanos y memoria, pero sabemos que la propuesta es mucho más y eso nos impulsa a ser absolutamente claros: CODEPU APRUEBA!!!
Hugo Catalán Flores
CODEPU