Hugo Catalán Flores
El cuento de Hans Christian Andersen “El traje nuevo del emperador” puede ser una buena forma para situar uno de los nudos principales que tensiona la relación del pueblo con las élites y la tecnocracia, en especial en la coyuntura respecto del retiro del 10% de los ahorros previsionales de las AFP.
El relato dice que un rey es embaucado por un par de sastres que le han confeccionado un majestuoso traje de fiesta, uno que nadie ve pues no existe y que todos celebran para no parecer torpes o ignorantes ante las adulaciones de los confeccionistas. Presionado por la situación la corte real, y posteriormente el pueblo admira y celebra el “traje” que cubre el cuerpo desnudo del hombre hasta que una niña grita: el Rey está desnudo.
El rey es la élite que acepta la existencia del bello traje invisible por interés, oportunismo o simple torpeza, ante los argumentos de los sastres que es la tecnocracia que señala los colores y las formas del majestuoso vestido. El pueblo es quien debe pagar la confección y admirar la suntuosidad y belleza de la prenda que es el sistema neoliberal.
En estos días ha habido dos narrativas que se han enfrentado en el debate público. Por un lado, los sastres que insisten en lo importante que es mantener el traje del rey, alabando las bondades del sistema de AFP, y en lo desastroso que será liquidar y devolver el 10% de los fondos de pensiones. Por otro, está el pueblo que señala que el monarca está desnudo, que no hay traje perfecto ni hermoso, y que para resistir esta crisis se hace indispensable el retiro de los fondos para 12 millones de cotizantes.
Este proceso ha comenzado a infiltrar a la derecha pues ésta ha entendido que la integridad del sistema de pensiones es un asunto de principios, es decir, un elemento basal que le da identidad a su proyecto político y que debe ser defendido con los argumentos que ha sostenido durante décadas al modelo neoliberal, y las ideas se repiten: equilibrios macroeconómicos, descontrol inflacionario, aumento de riesgo país, y un largo relato de la posibilidad de tocar al infierno del fracaso de las naciones.
Por su parte la oposición con representación parlamentaria se ha transformado en el transmisor de los anhelos populares como no sucedía hace muchos años, pero entremedio de una profunda crisis de legitimidad que está pendiente de la aprobación de la iniciativa en el congreso, un paréntesis de los reclamos que surgieron en octubre.
El gobierno y un grupo importante de economistas desde la centro izquierda a la derecha –la tecnocracia- se han esmerado en levantar un relato de terror ante la posibilidad de que se apruebe la ley del retiro parcial de los fondos de pensiones. La absoluta distancia entre argumentos hace posible hablar de narrativas, discursos con cargas simbólicas que para ambas partes tienen significaciones totalmente distintas.
Para los defensores de la integridad de las AFP, formalmente, sería traicionar las pensiones de los futuros jubilados, pero en el trasfondo está la integridad del modelo que tanto beneficio ha aportado a las élites, un coherente entramado de prestaciones cruzadas entre intereses de distintas industrias: el ahorro previsional permite flujo de capital para los grandes grupos económicos y para el mercado de capitales.
Los críticos del sistema de AFP sostienen dos tipos de reflexión, una inmediata y otra de largo aliento. La urgencia determina la necesidad de legislar el retiro del 10%, pues es ahora cuando un segmento de la población que no ha tenido acceso a subsidios o beneficios está expuesta económicamente. El debate de mayor horizonte está vinculado al cuestionamiento del modelo completo, e incluye la necesidad de contar con un marco institucional que se exprese en una nueva Constitución, en ese ámbito es que el sistema de pensión debe ser pensado.
En todo este juego de intereses y poderes se pueden dar al menos tres escenarios:
a) Se despacha de parte del congreso la ley, el gobierno se resigna y la promulga con dos salvedades.
i. En el Senado se deben dar dos trámites y se despacha de inmediato: lunes 20 discusión de comisión de Constitución, y luego en sala el miércoles 22 donde al menos 26 senadores la deben aprobar (están confirmados hasta ahora 28 votos).
ii. En caso de que se incorporen indicaciones (algunos senadores han informado que así será) sucederá lo del punto i) y se le agregan dos etapas más, vuelve a cámara de Diputados y a comisión mixta. Luego se despacha y sigue su curso según a).
b) La ley que sostiene el retiro del 10% de fondos de AFP es una reforma constitucional, cuestión que para algunos constitucionalistas no requeriría una revisión de constitucionalidad de parte del Tribunal Constitucional, aunque otros han señalado que tal posibilidad tendría validez. Esta revisión sería una vez despachada del congreso y antes de la promulgación. Igualmente sería un escenario de alta expectativa y agitación popular.
c) Se despacha la ley, pero el gobierno en la figura del Presidente aplica un veto al proyecto, lo que significa que debe volver a la cámara de origen y comienza nuevamente su tramitación. El veto puede ser aditivo (agrega contenido a la norma); sustitutivo (cambia un aspecto de la redacción) o supresivo (elimina un capitulo o parte de ella).
Esta herramienta constitucional tiene algunos elementos simbólicos que la representan en una especie de “acto de fuerza”, una señal de facto muy cercano a una declaración de guerra a millones de chilenos que esperan que esta ley sea una realidad lo antes posible.
Algunos analistas han indicado que este gobierno está quemando los últimos litros de bencina, y que no tiene muchos más que perder, y ante esa perspectiva de sepultar el modelo pudieran permitirse quemar la pradera.
Este escenario sería el de mayor costo para las aspiraciones sociales, y obviamente el hecho de que exista la experiencia represiva por parte del estado desde octubre permite imaginar el evento del uso de poder militar para reprimir las demandas sociales.
Desde el mundo social se debe tener muy presente esta posibilidad, en especial los organismos de defensa de los derechos humanos y políticos del pueblo, pues es probable que se requieran herramientas de asistencia legal que estén a disposición de los perseguidos.
Por 40 años insistieron, primero por la fuerza de las armas, luego por la adulación del sastre/tecnócrata que declaraba que el traje estaba ahí, que si no lo veíamos era porque el pueblo es ignorante ante la espléndida vestimenta. Un día alguien gritó con claridad: el rey está desnudo.
Julio 20 de 2020