Desde el inicio de la crisis sanitaria a causa del coronavirus, las autoridades asumieron con altivez y soberbia los preparativos y luego la estrategia para evitar su expansión y sus consecuencias. Incluso sus anuncios eran desafiantes.
A mediados de mayo, en tanto CODEPU, señalamos que aquellos anuncios correspondían a un optimismo exacerbado construido sobre la mirada de un país inexistente. Era evidente, a esas alturas, que las autoridades tenían ante sí un país distinto a la realidad. Un país que solo se ve en y desde la cota mil. Y proyectar desde las alturas, tuvo como resultado, inevitable, que los escenarios previstos y la estrategia fueran un verdadero fracaso.
Un fracaso asumido por las propias autoridades cuando señalaron que todas las proyecciones se derrumbaron como un castillo de naipes y al reconocer que desconocen la pobreza y el hacinamiento en que viven los sectores populares. Un fracaso que implicó la renuncia del ministro Jaime Mañalich, un secretario de estado que contó siempre con el respaldo presidencial. Un fracaso lamentable por los enormes costos en vidas, el agravamiento de la crisis social y los altos niveles de incertidumbre generados en toda la población.
De allí que es preocupante que el nuevo ministro en la cartera de salud, Enrique Paris señale que su gestión tiene continuidad con la anterior.
Como CODEPU, pensamos que no bastan cambios superficiales en la estrategia para controlar la pandemia. Ni cambios en la forma de comunicar, por importante que sea. Estamos convencidos que se requiere una estrategia absolutamente distinta.
Esto porque la crisis sanitaria que desencadenó el coronavirus se encuentra en un punto demasiado complejo y delicado que pone en riesgo la vida de miles de personas. De allí que una nueva estrategia tiene que dejar atrás los errores cometidos y centrarse en la salud de todas y todos.
Es evidente que la epidemia afecta con mayor gravedad a la población que tiene una mayor precariedad social y económica. Una población que se ha incrementado en estos meses, dado la profunda caída de los ingresos en los hogares y el enorme retraso y desfase de los necesarios apoyos estatales. Esto es una realidad dramática y, por lo tanto, urge considerar efectiva y seriamente para adoptar medidas que aseguren condiciones materiales y económicas dignas a la población, y esta pueda cumplir con el confinamiento necesario. Y las medidas deben ser rápidas y expeditas en su cumplimiento, sin letra chica y condiciones que los transformen en ineficaces.
Se requiere una estrategia transparente en los números, cifras y recursos disponibles. Lo mismo que fortalecer el sistema público de salud y garantizar la protección efectiva a todos los trabajadores del área sanitaria. Urge una estrategia que contenga una dimensión educativa y convincente y que, sin lugar a duda, sea diseñada escuchando todas las voces, en especial, las de expertos, académicos, y sociedades científicas, a las autoridades locales canalizándose adecuadamente las necesidades de los territorios.
No nos olvidamos, que la crisis sanitaria en curso tiene lugar en un momento de crisis política y descredito de las instituciones que sumado a los errores de la fallida estrategia sanitaria. dificulta generar las confianzas necesarias en la población para obtener un resultado optimo, necesario e inmediato. Asistimos a una crisis de tal envergadura en los últimos meses que incluye una grave crisis de derechos humanos, con miles de detenidos, lesionados, heridos y mutilados que exigen justicia. Hemos constatado que las causas de la protesta social se encuentran en las enormes desigualdades sociales y las injusticias que la pandemia ha evidenciado en toda su real magnitud. Y todas estas situaciones nos encuentran ante el imperativo de alcanzar una nueva Constitución.
Pero precisamente por lo mismo, por respuesta ante la crítica situación es que la sociedad organizada reclama derechos que debieran ser garantizados. Enhorabuena. Y las autoridades políticas y las elites en todas sus expresiones tienen la obligación de responder a las justas aspiraciones de los pueblos que habitan el territorio.
CODEPU
Junio de 2020